Una nueva Navidad
En las tradicionales fiestas de Navidad no faltan los cantos de los villancicos navideños.
Origen de los villancicos
En la Edad Media, estas alegres canciones nada tenían que ver con la Navidad, religión o el nacimiento de Jesús, sino que se trataba de alegres composiciones que se cantaban en el mundo rural y cuyo fin era ir explicando los acontecimientos que habían sucedido en las villas (amores y desamores, fallecimientos y/o todo aquello que era de interés del pueblo).
Al ser cantado por los habitantes de las villas pasó a conocerse a estas composiciones como villancicos.
Miembros eclesiásticos vieron en este tipo de canción sencilla una manera de comunicar el mensaje del evangelio, por lo que empezaron a adaptarse numerosas coplas con motivos religiosos y, sobre todo, con el nacimiento de Jesús y la Navidad.
La Iglesia ya tenía desde mucho antes sus propias composiciones musicales, pero la forma del villancico, al tratarse de canciones sencillas, rima fácil y letras sencillas, podían ser memorizadas por todas las persona.
Este tipo de villancico se popularizó rápidamente, convirtiéndose en canciones ampliamente interpretadas en las Iglesias durante los oficios religiosos y que después eran cantadas por el pueblo en sus reuniones familiares, siendo una manera rápida y eficaz de llevar a muchísimas más personas el mensaje del evangelio.
Desde entonces, y hasta llegar a nuestros días, el concepto, rima, letras y melodías ha ido evolucionando a lo que hoy conocemos como villancico.
Villancico Noche de Paz
Posiblemente es el villancico más popular de cuantos se cantan por estas fechas. Se lo debemos al sacerdote Joseph Mohr, quien en 1818 decidió encargar a Franz Xaver Gruber, organista y director del coro de la iglesia de San Nicolás (en la población austriaca de Oberndorf) donde celebraba sus oficios religiosos, que pusiera música a unos poemas que había escrito y que deseaba que se cantaran en la Misa del Gallo de aquel año.
Uno de esos poemas llevaba por título ‘Stille Nacht’ (Noche de silencio) y se estuvo cantando todas en la iglesia durante las siguientes navidades hasta que quince años más tarde, en 1833, el viejo oógano se estropeó y acudió a repararlo uno de los mayores expertos de la región (llamado Karl Mauracher) quien vio la partitura del villancico y decidió copiarlo para interpretarlo en la población Fügen donde residía.
Allí gustó enormemente esta composición, hasta tal punto que el propio Mauracher les entregó una copia de la partitura a la ‘Familia Rainer’, una saga de cantantes tiroleses que recorría toda Europa interpretando todo tipo de canciones populares, incorporándolo a su repertorio.
El villancico fue interpretado frente al público más selecto de la época (reyes europeos, el zar de Rusia, el presidente de EEUU) en la gira internacional que realizó la Familia Rainer.
Durante las siguientes décadas se convirtió en el villancico más famoso del planeta, aunque se desconocía por completo quién podría haberlo compuesto. No fue hasta 1995 cuando se encontró casualmente el manuscrito original y se descubrió que los autores fueron Joseph Mohr (letra) y Franz Xaver Gruber (música).
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